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RECORDANDO AL TÍO TITO:
UN COMPROMISO QUE SIGUE DANDO FRUTOS
RECORDANDO AL TÍO TITO:
UN COMPROMISO QUE SIGUE DANDO FRUTOS
En el quinto aniversario de su fallecimiento:
Don Héctor Tello Romero, el tío Tito, no sólo fue un profesor normalista y fundador de nuestro colegio. Fue un hombre trabajador, exigente, que se forjó a si mismo y, sobre todo, un visionario en el mundo de la Educación, en tiempos donde soñar con crear un colegio, era una tarea titánica.
En el año 1986, vio cumplido uno de sus sueños más importantes: la inauguración del Colegio Rauquén. Este establecimiento era más que un proyecto educacional para el tío Tito, fue una iniciativa familiar, en la que trabajó codo a codo con su esposa Elena Reyes, y en la que sus hijos Carla, Christian y Pablo fueron parte importante desde el primer momento.
Hoy lo recordamos, con cariño y respeto, a través de las palabras del Presidente de la Corporación Rauquén, su hijo Pablo y con el testimonio del director de nuestro establecimiento, Fernando Matus.
UN LEGADO FORJADO A PULSO
Pablo Tello Reyes:
“Nuestro padre provenía de una familia de 7 hermanos, Mi abuelo era obrero de FF.CC (Ferrocarriles) y mi abuela trabajaba como comerciante de la Feria libre de Curicó. Nos contaba que vivió muchas carencias económicas en su niñez, incluso para poder comer un pan, debía pedir permiso.
Comenzó a trabajar a los 11 años como “canillita” (vendedor y repartidor de diarios). Luego hizo hoyos en la Compañía Eléctrica y terminó trabajando en el campo. Allí surgió su vocación pedagógica, les enseñaba a leer a otros trabajadores. El analfabetismo de la época era muy alto y cómo le costó salir adelante en sus estudios, quiso ayudar a los demás a que aprendieran. Siempre buscaba la forma de estar en contacto con la pedagogía, fuese dentro del Aula, o fuera de ella. Comenzó su labor docente en la localidad de los Niches, en la Escuela San Jorge, donde conoció a nuestra madre, Elena Reyes Norambuena.
El colegio Rauquén se construyó a pulso. Nuestra familia fueron los maestros de la construcción y los auxiliares de servicios menores. Éramos un verdadero “circo pobre”, en cada momento trabajando codo a codo, con muchísimo esfuerzo. En un principio existieron muchas dificultades, principalmente en lo relacionado con el financiamiento, ya que varios bancos le cerraron sus puertas, porque no creyeron en este proyecto. Con orgullo, recuerdo que mi padre me dejó poner el primer ladrillo cuando tenía apenas tenía 13 años. Esto hizo que fuéramos creciendo año a año. Lo más importante de esos años, es que nuestra familia siempre estuvo unida y nos apoyábamos en todo.
El colegio era su vida, un hijo más, quizás el regalón. Lo que más le gustaba hacer cuando estaba en el colegio, era estar en contacto los con alumnos y a través de esas conversaciones, iba transmitiendo valores y estrechando vínculos con la comunidad estudiantil. Era un motivador en la acción, en realizar las cosas y demostraba que se puede lograr lo que uno se propone.
Quienes seguimos adelante con su legado recordamos y le transmitimos a las nuevas generaciones la frase que era su sello: “si no vives para servir, no sirves para vivir”. Quiso crear un colegio distinto, que fue y es un modelo para muchos colegios curicanos. ¡Y lo logró! Y a pesar del paso del tiempo, sigue siendo un docente recordado por generaciones de alumnos y colegas en nuestra ciudad. Pienso que si viera hoy los frutos de su trabajo diría: “¡Misión cumplida!”
LA SUPERACIÓN AL ALCANCE DE TODOS
Fernando Matus Flores:
“Conocí a don Héctor Tello en 1994, cuando llegué a vivir al sector Rauquén y buscaba colegio para mi hijo. Vine a conversar con él, para hacer todos los trámites relacionados con la matrícula. Tenía varias referencias sobre el tío Tito, y lo conocí de niño, porque él había trabajado en la Escuela Japón, y fui alumno de ese establecimiento hasta 6° Básico. En ese entonces, era muy reconocido por su trabajo como docente en el ámbito deportivo.
Comencé a trabajar en el colegio, cuando se inauguró el área de Enseñanza Media en 1996 y compartí mucho con él, que en ese entonces era el Director y yo era profesor de Biología.
Lo recuerdo como una persona muy preocupada por sus alumnos, tanto en su dimensión personal, como en el desarrollo de sus aprendizajes, para que esos niños y niñas pudiesen tener buenas oportunidades para prosperar en la vida.
En esos años, al igual que ahora, el Colegio Rauquén tenía la gran misión de que sus estudiantes lograran conseguir sus sueños. En este sentido el tío Tito hizo todos los esfuerzos para que nosotros, como profesores, pudiéramos aportar desde nuestros conocimientos y habilidades, para que los alumnos pudieran superarse social y humanamente.
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