Por: Tomás Inostroza Acuña, ex alumno Colegio Rauquén.
Al recordar mi paso por el colegio, desde Pre Kinder a 4° Medio, vienen a mi mente una serie de recuerdos positivos, como por ejemplo el afecto que siempre sentí por parte de las y los profesores, quienes me apoyaron muchísimo, ya que me costaba estudiar, y ellos me ayudaban a comprender los contenidos, enseñándome estrategias para que mi rendimiento académico fuese mejor; y principalmente, me acompañaron para mostrarme el camino para salir adelante en los momentos difíciles, como lo fue la partida de mi madre. Mis compañeros también fueron un gran soporte en mi vida escolar. Y sin duda un hecho que me emocionó profundamente, fue cuando fui premiado por los directivos , quienes confiaron en mí y en mi futuro.
Mi cercanía con la Armada comenzó desde muy pequeño. Y cuando llegó el momento de postular a la Educación Superior, no me llamaba la atención ninguna carrera universitaria. Así es que seguí mi vocación, me preparé y me esforcé para convertirme en marino: gracias a mi dedicación, tanto en las pruebas físicas, al estudio , a la disciplina y seguir lo que implica el régimen de esta institución, logré cumplir lo que soñé. Y me siento muy feliz y emocionado en el lugar donde estoy. En este proceso, ha sido fundamental el apoyo de mi padre, a quién le debo todo lo que soy.
A los estudiantes que están en el colegio, que no se interesan por una carrera universitaria tradicional, los invito a analizar y descubrir opciones diferentes para su futuro, ya sea en las Fuerzas Armadas o en otro tipo de instituciones. Atrévanse a intentarlo, porque les va a cambiar la vida. No dejen sus sueños de lado, intenten conseguirlos aunque cueste, porque finalmente encontrarán su vocación. Para esto, apóyense en sus familias, en sus profesores, en lo académico y en el ámbito emocional. Luchen por lo que quieren, así se convertirán en quienes quieren ser y lograrán ser felices.
