Por: Constanza González
Profesora Jefe.
Cuando supe que sería su profesora jefe, lo primero que sentí fue un poco de ansiedad por saber cómo iban a reaccionar ustedes con la noticia. Quería conocer sus intereses, ver cómo se comportaban, cómo eran. Nuestro primer contacto fue a través de la pantalla, porque nos encontrábamos en clases virtuales por la pandemia.
Aunque a la mayoría los conocía, porque cuando estaban en 8°Básico reemplacé a la tía Francisca, quien tenía a cargo la jefatura del curso. Estuve con ustedes en las asignaturas de Lenguaje, Orientación y en Consejo de Curso. Ahora tengo la suerte de verlos todos los días.
En los primeros meses de jefatura, no podía verlos, ya que la mayoría no encendía sus cámaras, sólo veía fotografías o escuchaba las voces de los que más participaban en clases. Y cómo quería estar en contacto con todos, comencé a citarlos individualmente, a ustedes y a sus apoderados, con la cámara encendida. ¡Por fin los pude observar a todos y ver cómo habían crecido!
A mediados del 2021 comenzaron las clases híbridas y este mes de marzo nos reencontramos todos presencialmente. Lo primero que me llamó la atención, cuando volvimos a estar juntos, fue los diversos grupos que existían en el curso, unidos por sus aficiones y lo más importante, es que, a pesar de las diferencias, se relacionaban bastante bien entre sí y podían trabajar en equipo.
En este especial período que hemos compartido, he intentado participar de cada actividad que ha organizado el colegio para ustedes, sus estudiantes: convivencias, paseos, instancias de Orientación Vocacional. Me encanta acompañarlos, poder conocerlos más allá de la sala de clases, sentarme a conversar de los que les importa, también del futuro, ya que están en una etapa de sus vidas donde empezarán a tomar decisiones importantes. Hemos entablado una hermosa relación de cercanía, empatía y respeto, fortalecida por el cariño y la confianza.
Destaco sobretodo la unión que existe entre ustedes, ya sea para unirse para sorprenderme y emocionarme, cómo lo han hecho para mi cumpleaños o para el Día del Profesor, con detalles, presentes, saludos cariñosos, fiestas, o apareciendo repentinamente, todos juntos, en la sala en que estoy haciendo clases para desearme un feliz día. En esas acciones de agradecer, demuestran los buenos jóvenes que son, con grandes valores y me siento muy orgullosa de cada uno de los integrantes de este 4°Medio C. Aunque esa unidad también nos distanció en algunas ocasiones, como cuando se ponían de acuerdo para cambiar la fecha de una prueba o de entrega de un trabajo, porque la vida está llena de límites y responsabilidades que hay que cumplir, y tienen que acostumbrarse a esa realidad.
Aprendí a quererlos y a conocerlos, en cada conversación, fuese en grupo o individual; me reí muchas veces con su humor, con sus bromas y anécdotas; también compartimos penas y charlas más profundas. Ustedes me enseñaron, como profesora jefe y ser humano, a recibir constantes muestras de afecto de todos; a lidiar con la intensidad que me transmiten; y a lo que significa la unión de equipo. Gracias por ser tan bondadosos y cariñosos, todo el tiempo, todo el día. Son jóvenes transparentes, nobles, y muchas veces su madurez me ha asombrado, ya que son capaces de ver el mundo con ojos generosos y asumen las consecuencias de sus acciones. Espero que guarden hermosos de esta profesora tan “preocupona”, maternal (recuerden como cariñosamente les digo “hijos” y algunos de ustedes con ternura me dicen “mamá”).
Voy a extrañar sus saludos en los pasillos, en el patio. Su silencio y respeto cuando les explicaba algo. Su ternura cuando me veían un poco cansada o triste y me decían “¿se siente bien?, ¿quiere sentarse?, o simplemente me daban un abrazo. Sus bromas tan divertidas, lo bien que lo pasábamos juntos en clases. Ya me alegraba solo con el hecho de saber que tenía clases con mi curso. Ha sido maravilloso estar con mi 4° Medio C, y ustedes saben lo que significan para mí. ¡Nos faltó la gira de estudios!, pero la pandemia lo impidió.
¿Cómo los veo en el futuro? Buenos para reclamar, gritando por una u otra cosa, llegando a algún lugar atrasados, comiendo, riéndose, haciendo una que otra broma. Pero lo más importante, es que los veo a todos cumpliendo sus metas, luchando (aunque se demoren un poco) por lograr sus objetivos, alcanzando sus sueños. ¡Sé que lo van a hacer!
Mis queridos alumnos: está terminando este acto, se va cerrando el telón, se acabó la obra. Pueden retirarse con la satisfacción de que todo lo que han hecho, valió la pena. Siéntanse orgullosos de los aciertos, los errores, las caídas, los llantos, las alegrías, las frustraciones, los miedos, que los han ido forjando como grandes personas. No se arrepienta de nada, no agachen la cabeza y no tengan miedo de gritar cuando es necesario.
¡Los quiero mucho!